lunes, 21 de abril de 2014

La meiofauna detecta la toxicidad de metales pesados y pesticidas

La meiofauna está compuesta por invertebrados que miden entre 100 y 1.000 micras. Aunque no ha sido muy estudiada, cumple un papel vital en la detección de tóxicos y remoción de bacterias en los ecosistemas acuáticos.

Pueden encontrarse en el suelo o en el agua (en aguas libres, el fondo o litoral de lagos, ríos, espacios subterráneos y mares) y, además de ser parte de la cadena alimenticia, sirven como indicadores de contaminación y filtros de otros organismos perjudiciales.


“La meiofauna de aguas continentales puede estar compuesta por larvas jóvenes de algunos insectos, pequeños moluscos, ácaros, microcrustáceos como copépodos, pulgas de agua y ostrácodos, además de gusanos nemátodos y formas pequeñas de anélidos: lo importante es que tengan este tamaño para formar parte de ella”, sostiene Santiago Gaviria, profesor de la Universidad de Viena (Austria), consultor en ecología acuática y sistemática animal, y jurado de tesis doctorales en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia.

Para el investigador, el tamaño de estos organismos ha causado dificultad, teniendo en cuenta que ha despertado menor interés de estudio en comparación con la macrofauna invertebrada o los vertebrados como peces y anfibios.

“Se requiere de mucha paciencia y de buen pulso para hacer microdisecciones bajo un estereoscopio, y uno se demora una hora haciendo una placa para identificar una especie”.

Sin embargo, sus usos son comprobados e incluso se aplican para el mejoramiento de ecosistemas acuáticos.

De acuerdo con el profesor Gaviria, en Colombia se reportaron 104 especies y subespecies de meiofauna del grupo de los branquiópodos, en 12 departamentos del país. Estos son mejor conocidos como pulgas de agua.

Diversas especies de meiofauna, como las dafnias, se alimentan de algas y bacterias. Esto las convierte en un filtro de gran efectividad en los embalses que aclaran las aguas.

“Hay aplicaciones de meiofauna planctónica en embalses del río Támesis en Londres, donde han llegado a remover hasta un 99% de bacterias y algas utilizando pulgas de agua”, agrega Santiago Gaviria.

Otra utilidad es como detector de toxicidad en las aguas; de hecho, en Colombia se trabaja con especies de microcrustáceos en estudios de la Universidad Nacional, la Universidad de Antioquia y la Empresa de Acueducto de Bogotá, desde hace aproximadamente dos décadas.

“Se han cultivado especies como Daphnia pulex, utilizadas para detectar niveles de toxicidad de metales pesados, pesticidas y elementos tóxicos en general”, añade Gaviria.

A pesar de los avances, el académico considera que la investigación de estos organismos no acaba ahí y su aplicación como indicadores ambientales debe ser consolidada.

“Lo que se debe hacer es buscar las valencias ecológicas para cada especie tanto en temperatura, como en pH, tolerancia de oxígeno o de nutrientes, y que se apliquen estos índices para hacer monitoreos de lagunas, ríos y aguas subterráneas”, concluye. (Fuente: UN/DICYT) 

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